Hay tantos tipos de viajeras como tipos de personas. Seguro que en tu entorno tienes desde la amiga más atrevida hasta la que no mueve ficha sin tenerlo todo controlado. La que necesita ir de compras cada semana y la que con cualquier cosa se apaña y van tan mona.

Es el tipo de viajera que se pasa el viaje buscando el ángulo perfecto para sacar, en consecuencia, la foto perfecta. Aunque eso da igual, porque hace la misma foto 50 veces “por si acaso”, para luego elegir LA FOTO  que publicará en cuanto pille una red wifi gratis… Porque la instagrammer, además, tiene un don para encontrar conexión hasta en medio de un arrozal en la Indonesia más profunda.

Suele viajar sola y si decide viajar en grupo no le va demasiado el rollo “lo tengo todo planificado”. Se deja fluir… Se detiene en los detalles, a charlar con la gente… No tiene prisa. En su mochila lleva todo lo que necesita y podría viajar con ella un año entero. Es un tipo de viajera súper apañada y, por lo general, casi todo le parece bien.

Es el contrapunto de la mochilera. Comienza a organizar el viaje meses antes con una agenda que marca las actividades de cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo. Desde los lugares a visitar, hasta los restaurantes y la recomendación del primero, el segundo y el postre. Puede llegar a estresarse si en algún momento el viaje se desvía del plan marcado.

Este tipo de viajera suele llevar una maleta grande porque sabe que, aún así, le va a faltar espacio a la vuelta. Se informará previamente al viaje sobre las zonas de shopping y si no, da igual, porque las encontrará igualmente. Puede que deje alguna tienda sin ver… aunque esto es complicado.

También es fan de los mercadillos, por lo que si viajas con una compradora compulsiva, lleva calzado cómodo y pon en marcha el contador de pasos.

Por cierto, suele coincidir que este tipo de viajera ya lleve la maleta a reventar desde antes de salir de casa, por lo que al final del viaje te pedirá un hueco en la tuya para guardar los souvernirs.

Es el tipo de viajera que gasta menos dinero en el viaje que si se hubiera quedado en casa. Se compra la comida en los precocinados del supermercado local y se la come en un banco para no gastar en restaurantes. Es capaz de caminar durante 3 horas por no gastar 2€ en el metro y no tiene remilgos en dormir en cualquier pensión de mala muerte.

Si te descuidas vuelve a casa con más dinero en el monedero que cuando salió.

Como imaginarás, es el contrapunto a la tacaña. Si sale de vacaciones es por todo lo alto y si no, se queda en casa. Comer en restaurantes de comida rápida o dormir en hoteles de 4 estrellas para abajo  no entra en sus planes.

La despilfarradora es del tipo de viajeras que no tiene remilgos en gastarse el dinero que haga falta en disfrutar del viaje a todo tren. La frase que mejor podría representarla es “si hay que ir se va, pero ir pa’ na’ es tontería”

Le duelen los pies porque ayer caminó mucho. Tiene sueño porque se ha levantado demasiado temprano para aprovechar el día y, claro, por la noche ya está cansada como para ir a cenar. Le pesa la mochila o el bolso, y no quiere comer en cualquier sitio.

Pero, a pesar de todas sus quejas todas sabemos que está encantada con el viaje… Aunque haga mucho calor.

El tipo de viajera que según la ves venir sabes que es una turista. Es inconfundible: gorra, gafas de sol, mochila, cámara de fotos y mapa en mano. Suele ir mirando hacia arriba y señalando indiscretamente todo aquello que le llame la atención.

Puede que si perteneces a otro tipo de viajera te avergüence en ocasiones, aunque por lo general resulta muy enternecedor ver cómo disfruta de cada detalle del viaje.

Como te decíamos al principio, los tipos de viajeras suelen coincidir con la personalidad de cada una de nosotras cuando estamos en modo “no viajero”. Y lo que es cierto es que todas, en ciertos momentos, tenemos pinceladas de cada uno de los diferentes tipos.

Lo que es seguro es que, independientemente de qué tipo de viajera seas tú o tus compañeras de viaje, cada una tiene su encanto y aporta algo especial al grupo.

Y es que viajar en grupo tiene estas pequeñas cosas que al final del viaje hacen que los recuerdos nos arranquen una carcajada y que las personas que nos acompañaron se queden grabadas para siempre en nuestra memoria y en nuestro corazón.